Origen

(Borrador)

 

En los 90, jugué al pillarse con el Diego y el Guille. El «gallo Claudio» nos ayudó una vez a pasarnos por la ventana de la casa de Michelle, su prima, que había perdido las llaves.

Ya acabado los 90 jugué en los videos con el cabezón Ariel, el» Canki» y sus primos.

No recuerdo cual fue el día exacto en que dejamos hasta de saludarnos en las calles.

No recuerdo ni el por qué…

Todos tenemos más de veinte años ahora, y son ellos los que no dejan jugar a los niños de esta generación. Interrumpen una obra teatral de infantes a balazos hechizos y de escopeta. Dejan herido a cualquiera, siembran el terror en los pasajes de este barrio que debería cambiar su nombre a perdición.

Recoleta y mis recuerdos de niñez se han manchado de sangre, y el resentimiento que se ha sembrado a través de las muertes y heridas deja a los hijos de esta generación con los sueños rotos y escarcha de pólvora en sus manos púber.

Mi barrio esta maldito de deshonras, miserias y sangre infausta.

Mi barrio ha torcido su mirada al infierno.

Quedan cientos de años para que de este lugar desaparezca el olor a azufre y pólvora..

Aquí donde se mueren en vida los grandes pensamientos, donde se nos repite la historia, donde mis amigos asesinan a sangre fría. Donde el que busca encuentra realidades arrepentidas de otras vidas…

Aquí donde yo me siento a escribir a escondidas mientras mis amigos juegan a quitarse la vida.

A los chicos de mi barrio

Yo camino por pasajes malignos,  entre muros escritos de historias sangrientas.

Camino entre ignorantes pensamientos, camino de noche por las mismas calles envenenadas de miseria, y siempre es como un mal sueño.

A otros caminantes se los devoraron en las mismas esquinas cárceles, otros quedaron desnudos enfrentados al miedo.

Yo camino a cualquier hora y no me pasa nada porque yo jugué de niña con las ratas de las esquinas.

Yo jugué inocente con los narcotraficantes cuando todavía ni pensaban  serlo.

Mi inocencia era igual a ellos hasta los 10, uno siempre es igual hasta los 10, después la vida hace la diferencia y siempre es cruel el karma.

Supe primero sus por qué.

Yo camino tranquila por las calles y hasta los analizo en sus inmundicias, y  sé bien que si ven mi integridad amenazada me van a socorrer porque ellos protegen con la vida  los recuerdos puros de la infancia.

Y a mí que a veces me da hasta vergüenza saludarlos, porque me siento traicionera, porque nunca daría la vida por ellos

porque me siento inferior a veces, porque de alguna retorcida manera ellos saben más de la amistad.

Enrique

Salí de la Universidad demasiado tarde, demasiado agobiada, cansada y con hambre, demasiado estrés, subí al metro y me encontré con Enrique, un amigo de la infancia, 
lo saludé con la mirada nada más, y me fui todo el camino recordando lo amigo que éramos, como trepábamos árboles en la plaza, y como cuando me caí y torcí el tobillo fue el único que me cargo a casa. Ahora Enrique es uno más de los drogados de la esquina.
¿Andará robando? Pensé, bueno capaz que si…y me dormí un poco en cada estación hasta llegar a la mía. 
Tomé el colectivo porque el transantiago no tiene consideración con mi cansancio en su espera. Llegué a casa y me faltaba el celular. Mi celular que aún no pagaba ni la segunda cuota de 36. Lloré toda la noche de impotencia. Me dio rabia porque tenía tantos eventos anotados, tantas cosas que tenía que hacer y que había puesto con alarma en la agenda, ahora nada me salvaba del olvido. Sabía que después de las vacaciones tenía miles de cosas anotadas para marzo, eso se transformaba en muchas cosas que no iba a recordar hacer en el día correcto, más con mi cabeza olvidadiza. 

Pasó Febrero y yo sin celular, como se vuelven indispensables estas cosas. Llegó Marzo y al celular de mi papá llegó un mensaje que decía “ Dígale a la Marce que hoy  el cumpleaños de Catalina”… y así sucesivamente, “ dígale a la Marce que hoy debe devolver los libros que pidió en el verano a la biblioteca”.

Todos los mensajes eran emitidos por mi celular robado. Recordé que Enrique siempre me decía Marce, mi segundo nombre. Ayer caminé por el barrio para ver si lo veía, y ahí estaba drogándose en la escala. Me miró brillante y dio vuelta la cara con vergüenza. Pasé por su lado y le di las gracias por los mensajes.

Los niños del barrio

Somos la degeneración que observó como la droga desintegró familias
Como cambió a la gente por caricaturas de ellos mismos. 
Como la juventud que promete no alcanzó a prometer nada más que terribles desconsuelos.

Donde los jóvenes del barrio sucumbieron a la peor droga que solo podría nacer de la miseria del barrio. “La angustia”. Porque el barrio no da más ilusiones para la vida que lleva a los jóvenes y viejos a las esquinas para dormirse con angustia, para que así sus sentidos no vuelvan a nunca más tener sentido.
La droga llamada angustia es menos angustiante que el sentimiento abrumador que encierra a los barrios.
En mi barrio ya casi no hay niños, así pagan la miseria los narcotraficantes
Sus hijos ya nunca más nacerán niños.
Juegan con armas sin balas hasta los trece, luego pelean el territorio como animales.
Los niños de mi barrio juegan a golpearse con piedras gigantes, se dejan cicatrices, y deambulan como zombies mientras sus padres venden o esperan libertad.
Los jóvenes de los 90 en mi barrio solían aún respetar a la gente que salía cada mañana a trabajar. Ayudaban a las señoras que siendo pequeños alguna vez les tendieron la mano, cuidaban de cierta manera a los buenos recuerdos, ahora el barrio está plagado de niños que nunca fueron niños. Los hijos de los jóvenes de los 90. Ahora ellos no respetan nada, porque no tienen ningún buen recuerdo de su no infancia, sólo tienen la espera y las visitas a la cárcel. Esos niños no niños dan miedo porque hasta en la mirada se advierte la maldad. No tienen sentido de ser o estar.
Esos niños nunca fueron niños, nunca serán adolescentes, ni trabajadores, ni jóvenes ni menos adultos ni ancianos. Es como que estuvieran estancados en limbo. En el limbo del barrio, ese que los creó así de la nada para ser nada. Ese que los eterniza como estirpe lamentablemente maldita.

Sangre tierna

En los castillos de barro, en ese juego al abismo, en esa frapé un amargo
En esos días
En estos días
En mi enfermedad
En la espera
En la niebla y a plena luz del sol
y en el frío de aquí adentro, en lo que dije y no pensé, en lo que diría otra vez
En mi psicosis, en todas las que soy lo que no soy
Lo que no fui nunca
Lo que seré y no seré por mi invalidez
Lo dulce y amargo de mi piel
En todo y en nada
En mi barrioland

En mis hijos, en mis abortados, en mis imaginarios, en mis noches de gárgola ardiente

En los pianos de Amos
En mis violines
En mis noches de Piazzola
En mi tango triste
En mi mirada una promesa que siempre promete nada
y mi nada que se ahoga en veranos
en secuencias
en gritos
en la espera
a la espera
a un salto y el mundo
el submundo de mis silencios de lo que Alejandra dijo desde el otro lado

El mundo que me abortó de dolores inolvidables
interminables
mi cuarto solo
mi cuarto propio
mis dulces, mis papas fritas
mi ático encantado
mi racconto olvidado
mis necedades
mi cobardía
mi promesa que aún no promete nada, nada en la nada
mi vacío tan vacío…
Aquí que siempre es Abril
siempre es de noche
siempre es jueves de viernes
abril en diciembre
vacío no vacío
constelación de estrellas
aquí que siempre es sangre infausta
sangre nefasta.

«Porque escribí»

¿Por qué escribo yo?

Porque escribía a los 12 y ya no había que prender el espanta cuco en mi pieza.
Yo brillaba sola.
Porque a los 12 escribía para que lo que escribieron ellos sobre mí, no fuera mi única biografía.
A los nueve me regalaron a Ángela y Octavio, ellos estaban en mi mucho antes de que pudiera soñarlos. Y ahí estaban esperando a que yo los escribiera para mis noches de insomnio. 
A los 14 me encontré a Sinclair sentado en un rincón de mi soledad afectiva, y ya con él escribíamos para espantar la soledad, abrimos las puertas del ático y dejamos entrar a los azules del cuarto violeta.
Escribí al barrio, vomité la pena, me tragué el orgullo de nacer del barro de aquí, de mis calles, del orgullo de ser nativo de un lugar tan hostil para los niños, de ser sobreviviente eterno.
Condenada a caminar oscuro y con los ojos viciados, y yo que caminaba de penas negras por avenida Recoleta con la marca de Caín en un caminar solemne, extranjera en todas partes.
Porque escribía para espantarlos a ellos.
Porque en mi cuarto solo era el único rincón seguro, donde hice pactos con Tiger Lily de amor eterno.
En donde nadie me encontró nunca
Donde las sábanas ahogaban la miseria de nacer yo
Yo escribía cuando la luna tenía las manos frías
Y hacíamos pactos de célibes sueños de pubertad, para que nunca nos ultrajaran los sueños, nii tocaran el alma de la niña perdida que tengo adentro, y que llora mares.
Yo escribía, yo inventaba.
Yo contaba el cuento.
Esa maldita manía de escribir.
De describirme.
Yo me escribía cartas para creerme la mentira que de verdad existo, que no soy otro delirio, que no necesito placebos.
Que ya no tengo nada corrupto en la sangre.

Yo le escribo al mundo
Yo, yo, yo

Yo si existí una vez
Fui la princesa de ventanal que caminaba a comprar el pan en avenida playa ancha
Yo escribo para espantar a los dueños de mi nada
Para que me den más tiempo
Para que no me encuentren
Para alcanzar a ver a mis niños
Para que no se pierdan en la selva
Te huelo canción de otoño
Te siento venir en un abril de revelaciones
8 de abril fantasma
abril de alumbramientos.
Dame a luz un 8 abril para dar vida a un otoño.
Para que no se me acaben las grandes esperanzas
Yo escribo aún, pero ya no tengo el brillo de antes
La fuerza se va en cada suspiro
La noche no quiere contar cuentos con brillos
Pero escribo aún
Enferma me escribo. Escribo porque sé que no me queda tiempo
Tengo una condena, un cáncer terminal
Y un delirio amante
Tengo 28 crímenes en el cuerpo
Tal vez ya no tenga 29.
Pero escribo igual para el insomnio
Para la locura
Para la sangre
Escribió para que las paredes sean violeta intenso
Para no confundir los días de la semana
Porque soy shakespeare´s sister , soy Judith cuando no me queda tiempo para sacarle el brillo a la gramática.
Soy Caroline perdida en la ronda de sueños.

“Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo”.

Canción de cuna

En una noche gigante, alas de pájaro muerto
siempre es igual me dice la voz infante que habita en mi conciencia.
Siempre es igual, siempre es igual, pero nunca da igual…
Siempre huele a despedida le digo, y ella me responde altanera sacando el odio de entremedio, me castiga por no decir, por ser, por sentir, me castiga por escribir en vez de hablar, las palabras escritas no queman el aire, queman el papel y así desaparecen en las cenizas, por eso escribo, le digo.
Por eso y por aquello, y por lo que aún no sé explicar…por todo eso junto y por nada en particular…
Yo tenía amantes inexistentes, le explico sin rumbo, yo tenía un amor infinito, y la voz de mi infante me interrumpe diciendo que no le interesan mis amores clandestinos…me llama mentirosa y me manda a dormir, me dice la cruel verdad en canciones infantiles.

«Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada», y  me duermo ya sin tanta ciencia ficción…

NOCHE

No se muere de noche

 
No se muere nunca de noches como estas porque son sólo carroña y ya ni escribir me gusta.
No se muere de noches como estas porque yo lo digo y en mi mundo mi palabra es ley.

No se muere de noches como estas porque …

No se muere de noches …
No se muere.

Muere…

No sé.

Tejedoras de infinitos. (A mi mamá)

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Presionan los espacios, las formas inconstantes.
Ese estar para siempre, sin estar, ese lugar que no se comen los gusanos.
Ese espacio que no ocupa el cuerpo sino el alma que ya no está.
Ese entenderlo todo sin realmente comprender que la materia que no existe más.

Quiero buscar simplemente por buscar, quiero abrazar eso que no estará más.
Quiero llorar sólo por llorar y decir sólo por decir, hacer sólo por contar.
Quiero desaparecer un día y que no me extrañen las formas y la materia se pudra sin remediar.
Quiero corromper sus temibles formas, sólo por dañar, sólo por gritar al viento, sólo por saber que puedo espantar
Daría mi vida por devolverla acá,o por detener el tiempo trece años atrás…
Desesperemos a los dioses y regalemonos sin permiso ese bien escaso llamado eternidad