(Borrador)
En los 90, jugué al pillarse con el Diego y el Guille. El «gallo Claudio» nos ayudó una vez a pasarnos por la ventana de la casa de Michelle, su prima, que había perdido las llaves.
Ya acabado los 90 jugué en los videos con el cabezón Ariel, el» Canki» y sus primos.
No recuerdo cual fue el día exacto en que dejamos hasta de saludarnos en las calles.
No recuerdo ni el por qué…
Todos tenemos más de veinte años ahora, y son ellos los que no dejan jugar a los niños de esta generación. Interrumpen una obra teatral de infantes a balazos hechizos y de escopeta. Dejan herido a cualquiera, siembran el terror en los pasajes de este barrio que debería cambiar su nombre a perdición.
Recoleta y mis recuerdos de niñez se han manchado de sangre, y el resentimiento que se ha sembrado a través de las muertes y heridas deja a los hijos de esta generación con los sueños rotos y escarcha de pólvora en sus manos púber.
Mi barrio esta maldito de deshonras, miserias y sangre infausta.
Mi barrio ha torcido su mirada al infierno.
Quedan cientos de años para que de este lugar desaparezca el olor a azufre y pólvora..
Aquí donde se mueren en vida los grandes pensamientos, donde se nos repite la historia, donde mis amigos asesinan a sangre fría. Donde el que busca encuentra realidades arrepentidas de otras vidas…
Aquí donde yo me siento a escribir a escondidas mientras mis amigos juegan a quitarse la vida.